¿QUIÉN DEBE GOBERNARNOS?
Esta
pregunta se la plantearon Sócrates y Platón hace 2.400 años y todavía la
humanidad no ha encontrado la respuesta correcta. La única luz que se tiene es
que rara vez los gobernantes están por encima del término medio, ya sea moral o
intelectualmente, por lo que en política siempre debemos prepararnos para lo
peor
La
realidad es que los políticos son necesarios y la democracia necesita de ellos
para que la dirijan. La sociedad civil puede darse por satisfecha si los
candidatos que aspiran a la presidencia de la República cumplen como mínimo con
las siguientes cuatro virtudes.
1. Tener modestia intelectual
2. No hacerse pasar por profeta
3. Cuidarse de la opinión pública
4. Actuar con ética
Tener modestia intelectual: Tanto Sócrates como Platón exigen al
político la sabiduría. Sin embargo, esto tiene un significado diferente
para ambos. Platón interpreta la demanda de sabiduría en el político
como una demanda del gobierno de los sabios; solo el dialéctico con una
buena formación, el filósofo erudito, el sofista es competente para
gobernar. Para Sócrates significa que el político debe ser plenamente
consciente de su indiscutible ignorancia. Cuanto más aprendamos acerca
del mundo, más claro y definido será nuestro conocimiento de lo que no
conocemos, nuestro conocimiento de nuestra ignorancia. Esto demuestra el
contraste entre la modestia intelectual y la arrogancia intelectual.
No hacerse pasar por profetas: Para Popper lo peor que pueden hacer los
intelectuales y los políticos el pecado cardinal, es intentar
establecerse como grandes profetas con respecto a sus congéneres e
impresionarlos con filosofías e ideas desconcertantes. El "profeta" se
cree un iniciado dueño de la verdad, con dotes intelectuales superiores,
que habla de manera profunda, oscura y grandilocuente, ya que no le
interesa darse a entender para no despertar el pensamiento crítico. El
político serio, intelectualmente honesto, transmite su mensaje de una
manera sencilla, clara y convincente. Está plenamente consciente de que
puede equivocarse, por lo que siempre está anuente a aceptar la crítica
racional, y así permanecer alejados de todo pensamiento dogmático.
Cuidarse de la opinión pública: La opinión pública es la savia de la
que se nutren los políticos populistas. El populista carece de ideas y
proyectos y le atribuye a la voz del pueblo una suerte de autoridad
final y sabiduría sin límite. El político líder, según Popper, es aquel
creador de opinión pública que mediante libros, artículos, conferencias y
debates consiguen que algunas ideas sean rechazadas primero, luego
debatidas y finalmente aceptadas. Aquí se concibe a la opinión pública
como una especie de respuesta pública a las ideas y esfuerzos de
aquellos reformadores que crean nuevos pensamientos, ideas y argumentos.
Este es un proceso lento, algo pasivo y por naturaleza conservador,
digno de un estadista y no de un político oportunista.
Actuar con ética: La ética es la disciplina filósofica que tiene que ver
con la moral, con la diferencia entre el bien y el mal en la conducta
humana. La idea de ética ha sido mal concebida especialmente en medicina
y política, ya que conduce al encubrimiento de los errores con el fin
de proteger al colega. Popper considera que la ética debe basarse en el
principio de que la mejor crítica es la autocrítica pero es necesario
también aceptar con gratitud la crítica de los demás. Se convierte en un
deber evitar en lo posible cometer errores, sin embargo es imposible
evitar todos los errores, incluso todos aquellos que son en sí
evitables. Para aprender a evitar los errores debemos aprender de ellos
por lo que la tan común actitud de encubrir los errores constituye el
mayor pecado intelectual.
Estas
cuatro cualidades pueden marcar la diferencia para tener una campaña de altura
y un buen eventual gobierno. Se convierte en un deber de todo elector poder
discernir entre el político que navega con bandera falsa y el estadista ético,
modesto, racional y creador de opinión pública.
MARKETING POLÍTICO Y CAMPAÑA ELECTORAL.
En
una campaña electoral se movilizan vastos recursos y se generan enormes
esperanzas. El destino de un proyecto político no es banal. Compromete la vida
cotidiana de millones de personas que conforman un país. Lo que está en juego
impone que se traten las campañas electorales con profesionalismo y respeto.
El
Marketing Político es la respuesta profesional a las preguntas complejas que
plantea toda campaña. Estas respuestas hacen la diferencia entre proyectos que
se aplican y cambian la fisonomía de los países, o intentos frustrados y
fugaces que desaparecen entre una elección y la siguiente.
¿POR QUÉ Y PARA QUÉ HACER MARKETING
POLÍTICO?
El
marketing político ha recibido numerosas críticas, especialmente en los últimos
tiempos. Ello se debe al mal uso que se ha hecho del mismo y al poco conocimiento
que se tiene de él. Sin embargo, su correcta aplicación presenta grandes
ventajas para las Organizaciones Políticas y para la sociedad en su conjunto y
justifica, por sí mismo, su uso. Entre otras razones, el marketing político
presenta las siguientes ventajas:
- Permite
la creación de nuevas ideas. El marketing político es más que la promoción de
un candidato en periodo electoral. Parte del conocimiento del electorado y del
diagnóstico de sus necesidades mediante la utilización de técnicas de
investigación (encuestas, estudios de opinión pública y análisis estadísticos,
etc.) que permitan conocer cuáles son esas necesidades y cómo éstas cambian a
lo largo del tiempo. Sólo de este modo, pueden generarse nuevas ideas o adaptar
las ya existentes a los cambios de necesidades de la sociedad.
- El
fin del marketing político debería ser que el ciudadano participe de la política
y alcanzar un fin que, en este caso, es un mejor gobierno. A pesar de que en
muchos casos la ciudadanía encuentra la política lejana de su realidad y por
ello se involucra poco en la misma, la aplicación del marketing político
debería facilitar esa relación de modo que el ciudadano participara activamente
en el gobierno de su ciudad o región.
- Acercar
ideas del partido al ciudadano. Sólo si se aplican técnicas de marketing
político se podrán aproximar las ideas de los electores con las de las Organizaciones Políticas. De
cualquier otro modo, la distancia que exista entre ambos puede ser demasiado grande, alejando la política de
la realidad social.
- Mejorar
el contacto entre líderes electos y su electorado para alcanzar así un mejor
gobierno. El marketing político no concluye con las elecciones, sino que es un
proceso a largo plazo que debe facilitar que el contacto entre los ciudadanos y
los gobernantes se mantenga a lo largo de todo el proceso de gobierno, incluso
si la Organización Política está en la oposición.
- Formular
e implementar de la manera más eficaz posible una estrategia electoral. El
marketing político debe hacerse de forma estratégica a largo plazo, partiendo
de un análisis detallado de la situación y del mercado objetivo, para
determinar cuáles serán las estrategias, los objetivos y los planes de acción
que se deben desarrollar para alcanzar los objetivos de la Organización Política
y de la sociedad en su conjunto.
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